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Taedium Vitae

Cosas de niños

Esta tarde, en uno de esos momentos de aburrimiento entre estudio y estudio, me puse a recordar anécdotas ocurridas en mi infancia que tenía ya casi olvidadas y que procedo a compartir con ustedes.

De pequeño me llamaban Koumin, diminutivo cariñoso de Kouman, el rubio jugador del FC Barcelona. Tendría apenas 6 años o así y me habían regalado una camiseta del Barça del mismo jugador. Me encantaba el Barça y, junto con mi primo, mandábamos cartas a Kouman (mi favorito) y Stoichkov (el suyo), diciéndoles lo buenos que eran, ect.. El caso es que yo, de pequeño, también era rubito y, según cuentan mis primos mayores (yo no me acuerdo), iba por el colegio más chulo que un ocho con mi camiseta con el 4 a la espalda. Según mi prima, era gracioso verme con mis gafas de culobotella, mi camiseta y saludando a todo el mundo. Hay que ver, aún tengo la mini camiseta y, si no fuera por eso y por lo que me cuentan, no me reconocería...

Una de las cosas que recuerdo con más vergüenza se remonta a segundo de primaria, cuando me daba clase una tal Toñi, andaluza y como una madre para todos nosotros. Ella es la protagonista (o culpable) de algunas de mis anécdotas. Recuerdo un día que estábamos todos callados en clase haciendo noséquécosa. En aquéllos época teníamos que pedir permiso para ir al baño y yo me encontraba muy apurado. No sé por qué motivo pero rompí el silencio para que Toñi me diera su consentimiento con un -MAMÁ (en voz alta) ¿pued...?- inmediatamente y sin que pudiera terminar la pregunta toda la clase comenzó a reír sin parar. En fin, mi conciencia léxica me jugó una mala pasada ese día que hizó que el despiste se convirtiera en broma durante días. Además, para más inri, la señorita Toñi me tenía mucho aprecio, tanto que, cuando terminaba los ejercicios e iba a su su mesa para enseñárselos SIEMPRE me pellizcaba cariñosamente el culo (sí, no entiendo qué tiene de cariñoso pero sé que ese era el sentimiento). Lo peor no fue en ese momento, con 7 u 8 años, lo peor vino cuando, no sé por qué razón, me volvió a dar clase años después (en 1º de la ESO) recordando y repitiendo el ritual delante de toda mi clase... Yo la recuerdo con mucho cariño pero esos momentos fueron horribles.

Pasemos a los recuerdos más dolorosos y que sólo voy a relatar por encima. Lo más doloroso de mi vida fue, sin duda, abrirme la barbilla (y por partida doble). Aún recuerdo como me cosieron los puntos con aguja e hilo mientras yo pegaba patadas intentando soltarme por el dolor, sin duda una de las peores experiencias de mi vida. Además de abrirme la barbilla, me he clavado un anzuelo de pescar en la rodilla (el cual me sacaron con unas tenazas…) y un clavo que me perforó la planta del pie derecho. El último recuerdo doloroso de mi infancia se remonta a mis 8 años cuando, bañándome en la playa de Las Galletas, me picó una aguaviva, fideos o vete tu a saber qué. Aún recuerdo el picor, los fideos o lo que fuera pegados a mi muslo y a mi padre corriendo conmigo en brazos. Me llevaron a un bar cercano donde dijeron que lo mejor para aliviar y quitarlos era echarme cerveza… En fin, sólo sé que hoy tengo una marca que me lo recuerda.

Recuerdos tengo muchos más la verdad, muchos refrescados gracias a fotos y otros a esos momentos en los que te reúnes con viejos compañeros y te das cuenta del tiempo que ha pasado desde que ocurrió tal o cual cosa.

 

Bueno, si lees esto y quieres contarme alguna experiencia parecida de tu infancia, espero tu comentario.

2 comentarios

peibol -

Buenas! Entre a ver tu blog después de que comentaras en el mío...y resulta que ya había entrado antes XD. ¡Viva mi poca cabeza! Contesté tu comentario, por si quieres echarle un ojo. Un saludo y hasta pronto ;)

Hanna Moody -

No he podido leer el párrafo de los accidentes... qué dolor!...

A mi nunca me ha pasado nada asi grave... ay que joderse... jajaja